Nuestros representantes.

Conocí hace mucho a un mayaricero auténtico que dijo saberlo  todo o casi todo  sobre los asuntos del gobierno. Me pareció lógico porque la información fluida  hace posible que  tengamos claridad sobre los asuntos comunes de las llamadas altas esferas.

En aquella aseveración de mi amigo, hubo un poco de fanfarronería, de esa que nos sobra en ocasiones, pero quedó claro que con esa transparencia de pensamiento actuamos en esta isla,  bajo un asedio mediático inconmensurable.

Ahora con los  elegidos diputados al parlamento y delegados al poder gubernamental de la provincia, está ratificada la integridad de una asamblea verdaderamente representativa, donde encontramos desde un estudiante muy joven hasta un campesino de experiencia agrícola elevada.

Considero victoria el hecho de alcanzar casi un 90 por ciento de asistencia a las urnas, recordemos que estamos hablando de cerca de ocho millones de cubanos, en un país que no sobrepasa la cifra de 11 millones de habitantes.

Y son esos casi ocho millones los que tienen derecho legitimo al voto, la otra parte no alcanza la edad de 16 años y los menos tienen limitado sus derechos por algún tipo de sanción judicial o incapacidad intelectual.

Hay comparaciones necesarias, observó como en la mayoría de los países esa asistencia es realmente limitada  y prácticamente un privilegio porque para votar debes inscribirte a un partido y abonar algún dinero por ello.

Nuestro parlamento tiene una representatividad halagadora. Cuando sea constituido el venidero 24 de febrero estaremos allí, junto a cinco mayariceros que nos cuentan: Pedro José Astraín Rodríguez, Santiago Badía González, Jorge Luís Rodríguez Guerra, Maritza Salas Get y Julio César Estupiñán Rodríguez.


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