EL NIÑO DE MANACAL SEIS SALVADO POR LA REVOLUCIÓN

Esta es una de esas historias, donde la Revolución muestra el rostro humano que le acompaña desde 1959.

En la Zona rural de Manacal, consejo popular Nipe la Ayua, Mayarí. Holguín, en un Intrincado paraje de una geografía densa, a seis kilómetros de la carretera asfaltada más cercana, vive el niño Alexander Suvisarreta Guerra

Ante los ojos de cualquiera este es un pequeño normal, pero la familia y los vecinos conocen que desde que tenía solo siete meses padece de deficiencias cardíacas en el Corazón y le han tenido que practicar cinco intervenciones quirúrgicas a corazón abierto.

Antonio Suvisarretara, es el padre del niño Alexander y cuenta que en la comunidad de Manacal llevan una vida normal pese a la enfermedad que aqueja al hijo desde hace más de 12 años y lo rureal del sitio.

Varias han sido las asistencias en la Habana y Ya tiene nuevas citas para tratarle una hipoplasia y una hernia testicular.

La madre es Madelaine Guerra, quien al estilo campechano de buena cubana nos dijo que Alexandrito es un niño inteligente y tiene un maestro para él solo. Recibe clases desde que cumplió los seis años y ya está en la secundaria, pese a que no puede visitar centros escolares por la enfermedad

El profesor Julio Méndez tiene que viajar más de seis kilómetros varios días a la semana para impartir clases a Alexander Suvisarreta. Un niño que goza de los privilegios de la Revolución en medio del monte y encuentra entusiasmo entre el corretear de los caballos y el rocío de la mañana.

En Manacal seis, en las inmediaciones de la Ayua, mejoran las condiciones de vida. Es uno de los lugares intrincados de Mayarí donde es notable el avance. En cada visita al medico una ambulancia llega hasta allí y le garantizan además el pasaje en ómnibus hasta la capital. En un principio los padres del niño Alexander enfrentaron retos complejos, pero nunca desearon abandonar el lugar que los vio nacer.

Así es parte de la historia de un niño cubano, nacido con complejos problemas de salud en el Corazón y que vive en lo intrincado del monte, donde llega cada día el aliento de vida de los más elementales derechos humanos.

Allí, junto al bajío dejado por una cañada reseca, vive y cursa estudios secundarios en séptimo grado, en una escuelita creada en el patio de la casa y donde no falta el asta de la Bandera y el busto de José Martí.


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