La cultura como derecho humano.

Las tradiciones culturales en Mayarí, iniciaron desde aquella vez cuando en las cuevas de Seboruco, sitio cargado de simbolismo para los habitantes de estas tierras, un grupo de aborígenes encontró cobija y decidió permanecer para procrear y crecer.

Las formas y costumbres de aquellos primeros habitantes, se conoce como cultura protoarcaica y está reconocida entre las más antiguas de Cuba.

En el propio cuerpo del desarrollo cultural del municipio mayaricero, está toda esa riqueza de mezclas y  texturas, componiendo la base misma de nuestra identidad.

No obstante, fue a partir de 1959 cuando fueron creados aquí los planes más sólidos para la defensa de la cultura popular. Primero fueron los maestros de música, teatro  y artes plásticas, más tarde llegaron los primeros instructores de arte graduados en el Comodoro en la capital del país.

Entre esos primeros instructores estuvieron Roberto Barzaga y Víctor Neyra Torres, hoy considerados como representantes genuinos del arte en Mayarí.

La defensa de las tradiciones está enmarcada dentro de los más encumbrados derechos de los humanos. Sostener los matices que enriquecieron la vida de nuestros ancestros y más cercano los abuelos y padres, representa un asidero para el sostén de la vida.

El estado cubano destina recursos numerosos, económicos y humanos, para permitir el desarrollo de quienes desean cantar, pintar, bailar o realizar otras manifestaciones artísticas de forma libre y espontánea.

Ello permite aliviar necesidades espirituales de fuerza mayor. Son reales conquistas  de los derechos humanos de los cubanos.


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