De lluvias y viajes al cierre de noviembre.

Ya pasan los días de noviembre, cantan algunos como aquella tonada de enamorados dejados al lado del trillo. He pasado un mes de viajes cortos y largos, todos dentro de la provincia de Holguín, donde habito en uno de sus municipios más estirados: Mayarí.

Parecía que el año se iba sin fuertes aguaceros hasta que al fin  unas nubes decidieron explotar de humedad y precipitarse sobre estas tierras del oriente cubano.

Gustamos de la lluvia aunque viajemos, pero mejor aún cuando viajamos guarecidos en el confort de un auto. Debo decir que el transporte interprovincial mejora, se lo puedo asegurar porque recorro los caminos de forma intensa desde hace casi un mes.

Luego de la loma del choncholí, le viene el paso a Juan Vicente Loma, Platanillo, Guaro, Nipe, Cupey, Cueto, Caballería, Barajagua, Mejía, Níspero, Tacamara, Entrada de Baguano, Rejondones, Manguito, la Caridad, Biajacas y Holguín…entre otros muchos sitios intermedios.

Son más de ochenta kilómetros por una carretera estrecha, donde los carros viejos y nuevos transitan más de prisa que lo recomen dado.

Viajar ya no es la odisea de los años 90 en Cuba, aunque hay ocasiones que se pone a prueba la paciencia del espejo, evocando a Silvestre de Balboa. Ahora en los días de lluvia, hoy por ejemplo, observé como viajar apretados dentro de un ómnibus trae gestos solidarios continuos.

Las jabas plásticas extraídas desde un bolsillo para intentar tapar las gotas que caen desde el techo, el mejor lugar para la mujer que carga al niño, el abrazo cálido a dos ancianos y el abanico que echa los aires a todos.

Noviembre cierra con lluvias y viajes, al menos para mí. Estos andares por la carretera me permiten ver lo beneficioso de unos aguaceros esperados. El maíz ya espigado y la tierra que deja crecer los pastos para que el ganado encuentre alimento seguro.


0 comentarios:

Publicar un comentario

Twitter Delicious Facebook Digg Favorites More