Madurez cultural del son.


Los días del son dejaron sabores de madurez entre los fieles amantes de la cultura. El hecho de convertir en centro de los más importantes eventos a la sede de la UNEAC (Unión de escritores y artistas de Cuba) y a la Casa de la cultura local, valida la intensión de diversificar los escenarios donde hoy se solidifica el arte en Mayarí.

La presencia de Pancho Amat y sus magistrales clases de identidad musical, coronaron los  espacios y reafirmaron el carácter ecuménico del encuentro, sobre la base de ser más quien soy para ser distinto ante el mundo.

En esta edición fue ponderado el rol protagónico del pensar, sin descuidar los bailables en la plaza.

Hay que acotar el desempeño medular del sectorial de cultura, encargado de precisar cada detalle artístico, con el apoyo de varios organismos estatales que sin descanso laboraron días y madrugadas.


No todos los municipios del país se pueden dar el lujo de contar con figuras emblemáticas de la música cubana contemporáneas como Pancho Amat y el septeto Santiaguero. Les puedo asegurar que con solo esas dos instituciones, el evento estuvo al más alto rango, pues se trata del premio nacional de la música cubana y el Granmy Latino.

Aunque algunos pasen solo a comer lechón con pan y bailar en la plaza, el encuentro sonero es mucho mucho más que eso. Es en Holguín el certamen musical más importante dentro de la cubanía sonora, es uno de los referentes donde se apoya la soberanía del son, como lo hace con el Festival del Changüí en Guantánamo o el Matamoro Son en Santiago de cuba.

Quizás para muchos el criterio más conocido del encuentro sea que la venta de cerveza agranel No llegó siquiera a la mitad de la media histórica, pero para los que vivieron las emociones de la peña de la rumba, los conversatorios de Pancho, la acogida comunitaria en Guaro o el homenaje a Alta Gracia y a Rolando Neyra, este fue un evento memorable que guardaremos con orgullo.



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