Para que la cultura no sea solo una semana más


En estos días hubo aciertos que debo resaltar en esta especie de resumen rápido, porque un evento de tal naturaleza amerita conclusiones, luego de ocupar importantes espacios en el principal medio de prensa local y en este blog.

Debemos considerar como acertado el hecho de iniciar con dos galas artísticas donde el talento aficionado y el buen tino a la hora de escoger el repertorio fue evidente, aunque es necesario acotar que el tiempo debe ser un eslabón razonable, porque por muy necesario que sea el talento propuesto si el público tiene que estar sentado o de píe por más de dos horas, pasa a un estado de desespero y agotamiento que atentan contra el disfrute.

La selección de las presentaciones en escena tiene que sortear todos los elementos, desde la calidad más elevada hasta el tiempo de la puesta, para que el espectador quede con ganas y no empalagado. Aún hay cabos sueltos por parte de nuestros directores de espectáculos.

Por otra parte, apunto como loable las actividades organizadas por el museo general Arcadio Leyte Vidal. El intercambio en la casa de los abuelos y los simposios de investigaciones locales siguen destacando entre los mejores ejercicios de pensamientos. Lamentable que la asistencia de los mayariceros continúe siendo menor.

Entre los regalos más llamativos de la semana que finalizó este domingo, resulta justo destacar los consumados por la galería de arte. La muestra de Danae Barzaga en el centro expositivo UPEC y la exhibición de la Caja Naranja, de Fidel Rodríguez, evidencia cuanto de aciertos tienen los jóvenes creadores locales. A ello se suman los artesanos que hicieron deleitar en la fiesta de tradiciones y ofrecieron hermosos regalos al día de las madres.

Destacado también el movimiento danzarío infantil y los concursos literarios, sobre todo el León de León, así como el recital de poesía en la biblioteca pública, con los mejores aedos contemporáneos de Mayarí, aunque el espacio carezca de una conducción más atemperada al momento.

Los regalos de la Banda de concierto, la presentación del periodista Julio Acanda, la feria del libro  y los recitales ofrecidos por aficionados mayariceros, dejaron momentos gratos en los recuerdos de la semana de la cultura, como bien decimos, el evento más importante desde el punto de vista sociocultural.

No obstante, es menester apuntar que consolidar las tradiciones debe ser también una premisa de este espacio donde confluye lo mejor del arte mayaricero. Ello visto de la integralidad porque a la cultura nada le es ajeno. Urge recordar las más auténticas tradiciones, esas que tenían al nueve de mayo como fecha más importante en la celebración y conminar para que en la participación no falten los exponentes de la cocina criolla, la mayaricera…

Falta aquí un ejercicio de pensamiento que debata sobre la cultura, que promueva el espíritu crítico hacia la necesaria salvación de sus elementos reales y genere apasionados intercambios, con una mirada más amplia que también incentive el desarrollo desde lo económico.

No habrá en ello una sola opinión, sino diversidad. La semana de la cultura no debe ser solo un rosario de actividades de aficionados y profesionales del arte. Ello es necesario, pero es justo también formar otros valores, ese que permita ahondar en las raíces de este pueblo y el pensamiento de sus principales figuras. Precisamente este es uno de sus grandes valores, visto desde la manera de relacionarnos y dejando esencias como el pensamiento que reza: cultura no es más que lo nos queda cuando ya hemos olvidado lo que alguna vez leímos en los libros.






1 comentarios:

Anónimo dijo...

Sabias palabras de un periodista justo, reconocedor de los valores del terruño y de los estorbos por sortear.

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