José Juan Arrom, el mayaricero de América.


Grandes figuras componen las historias de disimiles comarcas cubanas. Algunas alcanzaron el estatus mayor de celebridades y otras figuraron en la gloria del respeto por sus aportes a la patria, la cultura, la economía o la ciencia.

Mayarí tiene un puñado de esos hombres, también mujeres. Entre los nombres podemos citar varios, pero hoy quiero referirme a una persona poco estudiada por los propios mayariceros.

Les comento de José Juam Arrom González, natural de Mayarí aunque nació en la ciudad de Holguín ya que las familias con algunos recursos en el principio del siglo XX  tenían esa posibilidad.

Corría el lejano año de 1910, las tierras mayariceras se dejaban bañar de vez en vez por las aguas del gran río que la atraviesa, las vegas de tabaco eran comunes, mientras en Preston se hablaba de prosperidad en venideras zafras de caña.

En una modesta vivienda en la calle José Miguel Gómez (entre Leyte Vial y Carlos Manuel de Céspedes) y casi en el mismo centro del caserío, vivió este criollo de andar ligero y búsqueda constante del conocimiento.

Casi al frente de la vivienda familiar, estaba una cafetería muy visitada y conocida por todos como El Cosmopolita (Hoy La Holguinera).


El hombre de esta historia nació el 28 de abril de 1910. A los cuarenta días ya estaba en Mayarí tomando sus atoles de maíz. Aquí pasó toda su niñez, correteando y estudiando mucho.

Muy joven, en 1929, cerradas las universidades por la dictadura de Gerardo Machado, marchó a estudiar a los Estados Unidos y allí residió la mayor parte de su vida.

En Yale University se graduó de Bachelor of Arts (1937), Master of Arts (1940) y Doctor in Philosophy (1941). Durante años ejerció en dicha universidad como profesor de español y director de Estudios Graduados en Español. Tras su jubilación como Profesor Emérito en ese alto centro docente, mantuvo una intensa actividad intelectual hasta el final de su vida.


Lea apuntes completos: EnCaribe


Impartió clases en los cursos de verano de la Universidad de La Habana (1946); en el Instituto Caro y Cuervo (1960), de Colombia; y en la Universidad de Arizona (1961).

Arrom fue Miembro de la Connecticut Academy of Arts and Sciences, Miembro Correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua, de la Academia Nacional de Artes y Letras de Cuba, del Ateneo Americano de Washington, de la Real Academia de Córdoba, entre otras corporaciones académicas y científicas.

Colaboró con numerosas publicaciones, entre ellasAnales de la Academia Nacional de Artes y Letras, Boletín de la Academia Cubana de la Lengua, Revista Bimestre Cubana, Revista Cubana, Universidad de La Habana, Islas (todas de Cuba), Vida Hispánica (de Inglaterra), Revista Iberoamericana (de México), Thesaurus (de Colombia), Revista Nacional de Cultura (de Venezuela), y The Romanic Review (de los Estados Unidos). Recibió diversos honores en universidades e instituciones norteamericanas. En 1981, la Universidad de La Habana le otorgó el Doctorado Honoris Causa en Artes y Letras y el profesor, poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar tuvo a su cargo el discurso de elogio.

Además del ejercicio de la docencia, desde la cual formó varias generaciones de hispanistas norteamericanos y latinoamericanos, desarrolló sus investigaciones en el campo de la etnología, la historia, la lingüística, la literatura y la folklorística.

Ver también: Criollos, definición y Matices, por José Juan Arrom.

Fue Arrom de aquel grupo de hispanistas que logró vencer la hostilidad de la Academia estadounidense de entonces –que aún tendía a estimar como asuntos de menor importancia el análisis de la cultura latinoamericana– y el desdén de la sociedad del norte, para, desde finales de la década del 30 del siglo XX, ir abriendo espacio a los estudios hispánicos.

Además de divulgar entre sus estudiantes esos conocimientos y contribuir de ese modo a elevar el respeto por nuestros pueblos, Arrom, conjuntamente con otros profesores de origen hispánico, como Federico de Onís y Manuel Pedro González, logró crear una comunidad de interesados discípulos, que indudablemente sirvieron de base al creciente auge de la hispanística y de los estudios latinoamericanos en los Estados Unidos.

Falleció en 2007, dejando una profunda huella en las América y sus raíces. Su trascendencia está fijada en el más importante evento de las letras desarrollado en Mayarí en una jornada que lleva su nombre.

La quinta edición del certamen inicia este miércoles con un recital de poesía. Motivos nuevos para conocer más sobre este mayaricero universal.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Otro grande de Mayarí fue (es, al menos para los entendidos) el pintor Teo Carrasco, olvidado hasta por los pintores que le siguieron. Manejaba bien la plumilla (Barzaga, quizá sin notarlo, lo sigue). Teo es reconocido en el mundo menos en su tierra, qué lástima...Acá en la Ermita de la Caridad tiene su arte una representación (y dicen, no me consta, que en la Casa Blanca tiene un trabajo suyo) Y estoy seguro que existen otros(a) por el mundo ¡A buscar!

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