Carnavales en la memoria


Ya pasa a la memoria lo vivido por la mayoría en los festejos populares mayariceros, esa fiesta necesaria que en medio del verano cubano se convierte ahora en la principal opción recreativa de la familia.

Mover este festejo para casi la mitad de julio es sin dudas una opción valedera, aunque hay que recordar que en las viejas costumbres mayariceras este se vivía alrededor del nueve de mayo, conmemorando otrora al Santo Patrono San Gregorio Nacianceno, aunque en definitiva eran consideradas como fiestas paganas.

Nuevamente en julio las fuerzas organizadoras se pusieron en tensión y la comisión de carnaval tuvo que lidia con los limitados recursos de estos tiempos, donde el cinturón se ajusta más en lo económico.

Debo decir que no todos los municipios holguineros han desarrollado sus festejos. Algunos no garantizaron un sostén económico valido, que permitiera el pago a las agrupaciones y otras partidas mayores, como el costo de transportación y equipos de audio.


Los carnavales en Mayarí, con un costo cercano a los quinientos mil pesos, fueron realizados a fuerza de deseos y sacrificios, hecho que No siempre es percibido por todos y es ahí donde está lo hermoso: que la familia disfrute y lo haga bien, eso es lo más importante.

Fueron muchos los que velaron por la higiene y la limpieza de las calles, los que buscaron estrategias para el alumbrado y la transportación, los que vinieron de lejos y de cerca para ofrecer servicios diversos en la gastronomía…la lista es extensa.

Ahí están también las horas de desvelo de quienes trabajaron en las coreografías de la carroza, niñas y jovencitas. Los que aseguraron la vitalidad de las áreas con los equipos de audio y aquellos que velaron por el orden público y la disciplina.

Estas fiestas, como todas, es el empeño de muchos, pero estas llegaron en condiciones económicas desfavorables para el país y no obstante, hubo diversión y alegría, principal motivación para su desarrollo.
El mayaricero lo necesitaba. Así, por unos días, dejamos detrás la rutina que en ocasiones intenta aburrir el alma.


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