Breve historia de los cementerios en Mayarí


En 1757 Mayarí fue declarado como Pueblo y contaba con más de 300 casas. El lugar estaba  situado a todo lo largo de las márgenes del río, comenzando en el embarcadero que existía hacia el Sur en la vega de Chago Carrera.

Este embarcadero era entonces la única vía de comunicación que existía, tanto para el transporte de pasajeros que hacían la travesía hasta Antilla y de ahí hacia otros puntos del país como para para recibir las mercancías.

Por esa fecha ya Mayarí contaba con un cementerio que se encontraba ubicado en el lugar conocido como Loma de Cámara, hoy Loma Rebelde. Aunque hubo enterramientos anteriores en la zona de la Pedrona, muy cerca del Cocal donde estaba el trapiche y el centro de oraciones. 

En el año 1771 el Río Mayarí hizo una crecida que  arrasó con todo el poblado por lo que sus moradores decidieron construir sus viviendas en el Hato de San Gregorio, El Cocal. El Conde de Cos quien era propietario de las tierras aledañas a la Playa de Juan Vicente cedió una franja de terreno allí para que construyera el Pueblo de Mayarí en ese lugar, pero debido a que las aguas del río Juan Vicente estaban contaminadas por la sal, se decidió no hacerlo.

A principio del año 1800 los moradores del poblado comenzaron a regresar hacia donde se encontraba el poblado anterior, con dos calles principales, la calle Real y la de atrás a lo largo de la orilla del río, fue cuando se construyó el cementerio ubicado entre la Avenida Maceo y la calle Máximo Gómez.

Con el crecimiento del pueblo,  ya como cabecera del municipio que había sido declarado el 19 de enero de 1879, era necesario buscar otro lugar para ubicar el campo santo. Se le solicitó a la United Fruit Sugar Company, propietaria del central Preston (hoy Guatemala) que cediera un pedazo de terreno a las afueras del Pueblo para trasladar el Cementerio hacia allá, lo que se hizo efectivo y según narra el portón, este sitio fue inaugurado en el año 1917.

Ahí se fueron trasladando los restos de los difuntos al nuevo Cementerio, aquellos familiares que tenían más posibilidades construyeron Nichos y Panteones a sus familiares y los que no podían hacerlo eran arrojados a una fosa común que existía en el propio cementerio.

El terreno que ocupaba el Cementerio quedó como un solar yermo hasta que se construyó el Palacio de Justicia de Mayarí.

En esa época el libro de registro de la propiedad de Tierra lo tenía un abogado llamado Plácido Martínez quien se adueñó de la otra mitad del terreno y se la vendió a Elías Guilarte Nora para construir el Servicentro, hoy Servi-Cupet.



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