Lecturas virtuales y demonios


Un debate entre amigos generó reflexiones acerca de las modas virtuales, esas que pululan en las redes de internet y que lo mismo te hacen anclar en un sitio de intercambio on line o te sugieran partida rápida por la propaganda incesante.

En este planeta de hombres y mujeres casi virtuales, por el tiempo que muchos dedican a las redes sociales, ya es común la lectura de mucha literatura. La socialización de contenido es casi instantánea y la llegada es mucho más masiva que cuando sale de la imprenta un texto determinado.

Un conjunto de sitios especializados surgen, algunos desaparecen, mientras que el debate entre entendidos y desentendidos cobra vida en algunas ocasiones.

Para algunos la lectura digital (dígase también virtual) de un texto determinado está a tono con los nuevos tiempos donde los dispositivos acompañan a las personas a todos lados y casi no ocupan espacio. Es más fácil leer desde ellos, dice un amigo, mientras otro acota que el placer del libro físico sigue siendo la prioridad en su vida.

Lo cierto es que para gusto se han hecho los colores, aunque me atrevo a citar algunas cuestiones vinculadas a este movimiento (comercial, sobre todo) que aprovechan las herramientas de las nuevas tecnologías.

Es común apreciar que los sitios especializados en venta de libros virtuales, dejan siempre los mejores espacios para la comercialización. No se trata de libros solamente, en las web repositorios donde están los textos encontramos molestas promociones que colorean literalmente el sitio y donde se vende casi de todo.

Es decir que las aparentes ofertas gratis que apreciamos, hablamos de libros, tienen un costo añadido y es el de consumir esa propaganda, estudiada y concebida para que el posible lector consuma algo. Lo más engorroso es  a la hora de la descarga, donde transitas por la propaganda directa e indirecta si el libro es gratis, algunos desesperan y dejan el intento.

En el caso de Cuba hay puntos divergentes, no somos aún de los países que generan ingresos de importancia para los que venden on line, pero la arquitectura funciona con las mismas intensiones.

Por otro lado, está el derecho de autor. Aunque aparentemente hay transparencia en las licitaciones de venta y compra o viceversa, los mecanismos de distribución y multiplicación de contenido son tan fáciles que se pierde el rastro de las tiradas, ello ocurre con mucha facilidad porque luego de poseerlo, además de enviarlo a mis amigos si lo deseo, también puedo publicarlo libremente en mis sitios.

El autor que dese conocer algo del impacto, siguiendo el número de ventas o reproducciones verá más compleja la tarea, algo que otrora era fácil de seguir solo consultando las editoriales.

Conozco casos de escritores, que perdieron también la ocasión única de la primera presentación pública de su obra y dejaron abiertas sus páginas vía on line.

El uso de la tecnología no se puede obviar y si a ello le añadimos que facilita sobre manera la publicación de cualquier texto, entonces abrazamos esta modalidad que cala sobre todo en los más jóvenes. Aunque el matiz cómodo y tradicional de la lectura en papel es mágico y tiene un sentido cultural insustituible, a mi modo de ver.

Lo más peligroso es saber también que cada día el lector quiere estar más alejado del texto y ya es visible el crecimiento de otra tendencia: el audio libro.

En este otro capítulo el lector pierde más sintonía porque deja a un tercero la interpretación personal del texto.

Si me ha seguido hasta aquí, seguro tendrás cuenta que la tendencia de la lectura digital o virtual es asunto dinámico que aprovechan comercialmente muchos. A tono con los nuevos tiempos te dicen que hay menos minutos del día y el mejor lugar para consultas y lecturas es el dispositivo donde caben todas las historias del mundo.





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