Mayarí en la obra de Jaime Saiz


Sin dudas nadie escribe más que él sobre Mayarí. Cuentos y novelas tienen un punto común para narrar hechos y acontecimientos locales, movidos por resortes de la historia, anécdotas y vivencias aferradas al surgimiento y desarrollo de este pueblo holguinero. 

Luis Enrique Jaime Saiz (Wicho), pasó de fotógrafo fiel a escritor prolífico, aunque no sé cómo reconocer su primera profesión porque desde el arte de las instantáneas intentó una narrativa expresiva que también utilizó para guardar los espacios que ama de su Mayarí natal.

En los últimos meses, leí cerca de diez textos creados por este hombre que considero incansable cuando de escribir se trata, pero lo más interesante viene de la mano del redescubrimiento (o descubrimiento al fin) de la cultura mayaricera, de sus matices menos estimulados para el conocimiento entre las nuevas generaciones (también de las viejas).

Personajes como el general Arcadio, el coronel Mateo, el asesino Monzón o los hacendados hermanos Anglada, viajan en el tiempo y se atemperan al nuevo espacio de este valle, gracias a Saiz.

En su búsqueda de la verdad histórica del surgimiento y desarrollo de Mayarí, Luis Jaime no descansa y mueve sentimientos diversos al recrear los pasajes reales con una herramienta creativa empleada por celebridades: la novela.

Como genero literario al fin, se recrean los hechos ocurridos y complementan con la imaginación del escritor, aunque en este caso siempre amparado en un estudio muy puntual de cada episodio.

Ma-yara-í (novela de Luis Jaime) es una pieza cable para entender el surgimiento de este pueblo cubano, para viajar en el tiempo y conocer el escenario encontrado por Bartolomé Sánchez al fijar caserío en los predios del Cocal. 


Un apretado recorrido por las obras creadas por este escritor, permite sobre todo reconocer las pasiones que un día navegaron entre los arroyos y ríos de estas tierras.

Ahí están textos como Mamadoña, Calle Azul, El hombre de Mármol, La Corneja desplumada, Mateo el quinto jinete, Los aromas del marañón, Cañandonga, Marañón y Burundanga; El último Epitafio, Ojos de acero azul y El palacio de los murciégalos.

Historias de amor, muertes, persecuciones, traición, apariciones, detectives, piratas; de todo podemos encontrar entre las páginas de Luis, siempre con Mayarí como centro o telón de fondo.

Este hombre ya entrado en años, decidió compartir sus indagaciones y hacerlo desde diversas miradas, para con ello lograr un efecto más universal e intentar alcanzar a un público diverso.

Gratifica conocer así de la historia local, aprender de los matices humanos enriqueciéndonos del espacio donde habitamos. Saiz logra llevarnos a los nombres más originales y nos sacude fuerte con faenas como Papá Ramón.

En él encontramos un ejemplo del contar y No edulcoro con palabras al gestor, sino a la obra escapada de sus manos para el bien de los mayariceros y para el que decida leer en primera persona buscando afianzar la identidad. 


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