Nostalgias en Guairajal.


Cuentan que aquí existió un monte de Guajairo, árbol que ahora apenas se observa en estos parajes pero que dio nombre al lugar. Lo cierto es que en Guairajal conozco a personas sencillas y nobles, cubanos como el que más y fieles al amor de familia. Hoy caminamos nuevamente los trillos de este barrio rural mayaricero, trillos que ya no son los mismos, aunque su gente linda siga siendo, ahora más añeja, la misma.

Fue Guairajal sitio envidiable para observar antaño las góndolas cargadas de mineral, los planos inclinados y el humillo fino e intenso que despedían las calderas. Allí disfruté de uno de mis primeros juegos de pelota, en un espacio reducido donde los jonrones iban a los patios de los vecinos.

En un bajío cercano a las inmediaciones de aquella cresta de loma vivieron mis abuelos y nació mi mamá Aleida y sus 19 hermanos. Luego los años me permitieron viajar con cierta reiteración hasta el caserío, comer buenos panes con aceite en la bodega de Chilín, emocionarme al observar la instalación de grandes torres para el tendido eléctrico y enamorarme de una chica,  que lamentablemente murió muy joven.

Mis tíos Adelino, Amelia, Angelina y Aracelia  vivieron siempre en Guairajal. Allí gestaron familias y eso nos obligaba a regresar gustosos en cada nueva oportunidad. Los primos nacieron y crecieron, algunos murieron también jóvenes como Alberto, otros están lejos encumbrando caminos distintos.


Estos recuerdos y otros, volvieron este domingo en un viaje para agradecer a los que quedan de esta historia. Allí persisten obstinados el viejo Manolo y la longeva Virgen, dos de los que han visto pasar los años de Guairajal, cada uno con sus historias y recuerdos, cada uno con sus anhelos y nostalgias.

En ese sitio están (como Esmeregildo y Carola) muchos más, esperando las nuevas aguas, intentando y orando a veces para que sus hogares resistan el paso del tiempo. Resguardando momentos gratos y sencillos para los que visitan y toman el café caliente. Soñando con los bullicios gratos de aquellas locomotoras y vagones en la cercana Piedra Gorda de los 80.
Familia de Virgen, al lado mio detras de la niña.

Manolo y su nieta Liudmila
Casa de Esmeregildo




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