Cine de Mayarí, historia.


Desde 1914, cuando el apasionado Pablo Presilla lo inauguró como Cine-teatro, la institución pasó a ser centro de las principales actividades culturales referidas al arte cinematográfico, dramático o musical.

Fue la cuarta sala creada en Holguín con esas características y cuentan los historiadores locales que representó todo un desafío porque el hecho ocurre a solo unos pocos años de inventado el cinematógrafo y la llegada del nuevo milenio,  inaugurando el siglo XX.

En 1903 llegaron hasta Mayarí, procedente de Santander, España, los hermanos Pablo y Demetrio Presilla, quienes al asentarse en estas tierras orientales se dedican al negocio de la venta y aserrado de madera. Sus depósitos estaban situados en lo que es hoy la Casa de los abuelos. El negocio de los hermanos Presilla creció y en 1912 cada uno decide emprender una nueva empresa, pero separados.

Me cuenta el mayaricero Martí Rodríguez, que en esa ocasión Pablo Presilla comienza la construcción del Teatro en tierras compradas a la familia Villoldo. Al abrir el centro, construido completamente de madera, contaba con 850 lunetas, 10 palcos de seis sillas y una galería para los pobres de la época. Recuerdan algunos que aquella galería le llamaban el Gallinero y tenía capacidad para 150 personas.

En los inicios del más importante centro cinematográfico mayaricero, solo se exhibían filmes de la firmas Paramount y  Metro Golwing Mayer, y se reiteraban las visitas de compañías como la de Arquímedes Pous, Matilde de la Rueda, Alfonso Torro y Esperanza Ivis.

Nunca conoció el cine Mayarí tanto alboroto como en 1939, cuando fue estrenada la película Lo que el viento se llevó, protagonizada por los actores ingleses Vivian  Leigh y Tyron Power.

Me contó Gelson Querol de la Paz, locutor y escritor del programa radial Apuntes de mi ciudad, que al cierre de 1939 llegó al cine teatro de Mayarí la compañía Llorens y Formell, propiedad de Manuel Llorens y el pianista acompañante Francisco Formell. Este último quedó extasiado con la mayaricera María Cortina, procedente del barrio de Guayabo y más tarde contrajo matrimonio con ella.

Fue este matrimonio feliz el que legó a la música cubana al maestro Juan Formell, recientemente fallecido y creador de los Van van. Juan nació cuando la pareja decidió vivir en la Habana. Fue el segundo hijo de esta pareja.

De las historias fascinantes, surgidas sin dudas entre los lunetarios del hoy restaurado Cine-teatro Mayarí, nació aquel abrazo de amor, otro motivo para celebrar los cien años de una institución que vio desfilar a figuras como Gina León, Pedrito Rico, El trío matamoros, Fernández Álvarez y Rita Montaner entre muchos otros.

Entre los recuerdos de nuestra sala oscura, resaltan también las huellas de la despedida a su creador Pablo Presilla en 1940, cuando este decidió volver a España y la devastación dejada por el ciclón flora en 1963.

Ahí está el centro cinematográfico y teatral de Mayarí, ahora con un tabloncillo de lujo, confortantes camerinos y a la espera de nuevos desafíos de cara a su segundo milenio.


Por Emimundo.


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